segunda-feira, maio 21, 2007

Llanto por Ignacio Sanchez Mejias







LA COGIDA Y LA MUERTE

A las cinco de la tarde.
Eran las cinco en punto de la tarde.
Un niño trajo la blanca sábana.
a las cinco de la tarde.
Una espuerta de cal ya prevenida
A las cinco de la tarde.
Lo demás era muerte y solo muerte
a las cinco de la tarde.

El viento se llevó los algodones
a las cinco de la tarde.
Y el óxido sembró cristal y níquel
a las cinco de la tarde.
Ya luchan la paloma y el leopardo
a las cinco de la tarde.
Y un muslo con un asta desolada
a las cinco de la tarde.
Comenzaron los sones del bordón
a las cinco de la tarde.
Las campanas de arsénico y el humo
a las cinco de la tarde.
En las esquinas grupos de silencio
a las cinco de la tarde.
! Y el toro solo corazón arriba!
a las cinco de la tarde.
Cuando el sudor de nieve fue llegando
a las cinco de la tarde,
cuando la plaza se cubrió de yodo
a las cinco de la tarde,
la muerte puso huevos en la herida
a las cinco de la tarde.
A las cinco de la tarde.
A las cinco en punto de la tarde.


Un ataúd com ruedas es la cama
a las cinco de la tarde.
Huesos y flautas suenan en su oído
a las cinco de la tarde.
El toro ya mugía por su frente
a las cinco de la tarde.
El cuarto se irisaba de agonia
a las cinco de la tarde.
A los lejos ya viene la gangrena
a las cinco de la tarde.
Trompa de lírio por las verdes inglês
a las cinco de la tarde.
Las heridas quemaban como soles
a las cinco de la tarde,
y el gentío rompia las ventanas
a las cinco de la tarde
A las cinco de la tarde.
! Ay qué terribles cinco de la tarde!
! Eran las cinco en todos los relojes!
! Eran las cinco en sombra de la tarde!


Frederico Garcia Lorca, Obras Completas, Aguilar, Madrid, 1966.